Los primeros grandes avances en la ciencia y en particular en las ciencias biológicas se debe en parte a la invención del microscopio óptico, cuando a finales del siglo XVII Anton Van Leeuwenhoek, tallando lentes, pudo apreciar el mundo que por su tamaño tan pequeño no era posible ver a simple vista: el mundo microscópico.
Sin embargo, los intentos de
amplificar las imágenes se remontan a los griegos y romanos, quienes emplearon
esferas de vidrio llenas de agua, que solo eran útiles para observar heridas y
tejidos, mas no ese mundo diminuto.
Afortunadamente, años más tarde,
gracias a la invención del microscopio óptico, el hombre pudo tener evidencia
del gran mundo que existía más allá de las lentes y descubrir así un universo inorgánico,
como los cristales de la sal de mesa o
las sales de oxalato que se encuentran en la orina y cuya acumulación es
la causa de los cálculos renales. Asimismo, pudo observar los lentos
desplazamientos de un parasito intestinal, la ameba, lo que también ayudó a que
se quitara la venda del oscurantismo y dar así los primeros pasos en la ciencia
moderna. Un hecho más, entre tantos destacables, fue que gracias al microscopio
óptico algunos químicos y médicos, como Luis Pasteur Y Robert Koch, pudieran estudiar
las enfermedades que asediaban a la humanidad.
El microscopio óptico costa de tres
sistemas: mecánico, de iluminación y óptico. El sistema mecánico se encarga de dar estabilidad y fuerza
a este aparato así como facilitar su manejo. Su función más importante consiste
en sostener el sistema óptico y variar la distancia entre las lentes y lo que
deseamos observar. La iluminación se encarga, como su nombre lo indica, de
iluminar lo que se quiere ver. Finalmente, el sistema óptico aumenta
(ópticamente) el tamaño de las imágenes y está integrado por lentes de cristal
que desvían la luz al pasar a través de ellas, concentrándola o dispersándola.
Griegos, Romanos y la invención
Los griegos y romanos, con todos
sus ejemplos morales o filosóficos, no tuvieron la menor idea de la existencia
del mundo microscópico. Esopo y Fredo no pudieron imaginar que existieran
animales más pequeños que una pulga. Los emperadores romanos y el mismo Rey
Salomón pese a su gran poder, ignoraban la existencia de un mundo completamente
inaccesible a su vista, y enemigos que Alejandro Magno ni Aquiles hubieran
podido vencer.
Las Primeras aplicaciones de lentes
fueron hechas por Euclides y Ptolomeo. Euclides fue un célebre matemático
alejandrino que publicó “Elementos”, uno de los textos matemáticos más
importantes. Claudio Ptolomeo, a su vez, astrónomo y geógrafo griego, fue el
inventor del astrolabio, instrumento usado en observaciones astronómicas.
Séneca, quien fuera el tutor de Nerón y su consejero cuando este fue emperador,
relata, al igual que Plinio, como el emperador contemplaba las batallas de
gladiadores a través de esmeraldas talladas, posiblemente para corregir así su
miopía.
A finales del siglo XVI Leonardo da
Vinci ya insistía en las ventajas de
emplear lentes en el estudio de los objetos pequeños. Durante este
tiempo, se destacaba el estudio de insectos minúsculos, tanto que en el libro
Magia naturalis de Juan Bautista de la
Porta se describen los principios y usos de los mismos.
Aún se debate si
la invención del microscopio compuesto de dos lentes fue obra del holandés
Zacharias Jansen (1590) o del italiano Galileo Galilei (1609). Ambos diseños
eran versiones inversas del telescopio desarrollado por el alemán Hans
Lippershey y podían amplificar una imagen hasta diez veces.
La primera
ocasión que se empleó la palabra microscopio en una publicación científica fue
hecha en 1625 por Federico Cesi y Francesco Stelluti en una publicación de la Academia
dei Lincei, la más antigua de las sociedades científicas de Europa, en un
trabajo titulado Apiarium, en el cual reportaban observaciones microscópicas de
una abeja. Otra publicación de gran importancia fue Micrographia, de Robert
Hooke, quien presenta ahí sus observaciones del corcho hechas en 1663 y
establece el nombre de célula. Muestra en su obra detallados dibujos de
insectos, semillas y cabellos; objetos de uso común, como alfileres y grabados
de diferentes tipos de textiles, al igual que algunos esquemas del microscopio.
Pero su trabajo
solo muestra con gran detalle objetos que es posible observar a simple vista.
De igual manera, la primera publicación verdaderamente crucial en que se
reporta el empleo del microscopio fue una investigación de la circulación de
los glóbulos rojos (o eritrocitos, las células que transportan el oxígeno de la
sangre y que están contenidas en esta) en las orejas del conejo. Este trabajo
fue realizado por Macello Malpighi en 1665.
Para continuar con su desarrollo y amplificar mejor el tamaño de
los objetos, la microscopía debía dar un paso atrás para impulsarse. Así, a
mediados del siglo XVII, a casi cinco décadas de la controversial invención del
microscopio compuesto, Anton Van Leeuwenhoek, un holandés nacido en Delft en
1632, modificó y mejoró su diseño, para lo cual debió reformar el microscopio
simple. Leeuwenhoek visitó ópticas y talladurías de vidrio, donde aprendió las
técnicas de soplado y tallado. Además, para mejorar las aleaciones con las que
se construía la parte mecánica, consultó alquimistas y boticarios, de quienes
aprendió los secretos de la extracción de metales.
Con estos
conocimientos, él mismo construyó sus propios microscopios, y en 1674 fue el
primero de los más de quinientos personajes que se dedicaban a ello. Hoy, los
investigadores compran por unos cuantos pesos un microscopio nuevo y
reluciente, dan vuelta al tornillo milimétrico y hacen observaciones, muchos de
ellos sin saber ni preocuparse acerca de cómo está construido el aparato. El
secreto de Leeuwenhoek para alcanzar esos aumentos fue que él mismo tallaba sus
lentes, secreto que conservó celosamente y que prolongó el empleo del
microscopio compuesto hasta el siglo XIX.
Aunque el
microscopio de Leeuwenhoek es simple, logra aumentos de hasta 480 veces el
tamaño de los objetos usando una sola lente, como las lupas, a pesar de su poca
complejidad.
Como lo
describió Paul de Kruif en su libro “Los cazadores de microbios”, Leeuwenhoek fue el primer cazador de microbios y un verdadero microscopista.
Fue conserje de la casa consultorial de su pueblo natal, comerciante de telas y
el primero en asomarse a un mundo nuevo poblado de seres diferentes. La falta
de preparación académica de Leeuwenhoek fue un factor importante en los
trabajos que realizó, pues su supuesta ignorancia lo aislaba de la
charlatanería de su tiempo, en el que las enfermedades se atribuían a los malos
espíritus. Él no tuvo otras guías que sus ojos, sus reflexiones y su criterio,
además de una meticulosidad verdaderamente científica en los procedimientos que
seguía.
Vivió satisfecho
de sí mismo y en paz con el mundo, sin tener otro deseo que poner bajo sus
lentes todo lo que hallara en su camino. Observó la carne de ballenas, las
escamas de la piel y el ojo del buey, quedando maravillado por la estructura
del cristalino; pasó horas enteras contemplando la lana de la oveja, los pelos
de castor y de liebre, los que iban de finos filamentos a gruesos troncos.
Observó sus propios fluidos corporales y ensartó cabezas de moscas en alfileres
para disectarlas.
Ya que sus
lentes tenían la capacidad de aumentar cientos de veces el tamaño de los
objetos, pudo observar un mundo jamás antes visto, lleno de criaturas que
habían vivido, respirado y muerto ocultas y completamente desconocidas para el
hombre desde el inicio de los tiempos.
Después de
muchas horas corroborando los objetos que tenía durante días bajo el
microscopio, realizaba sus observaciones y comentarios, los recopilaba y
enviaba a sus conocidos en los Países Bajos, mientras era la burla de la
mayoría de los habitantes de Delft. Por fortuna no de todos, pues entre estos
últimos se hallaba Regnier de Graaf, un médico y fisiólogo holandés, quien
asombrado por los descubrimientos de Leeuwenhoek lo presentó ante la Royal
Society (Real Sociedad) de Londres, la más antigua de las sociedades
científicas del Reino Unido, de la cual él era miembro.
Las cartas
enviadas por Leeuwenhoek estaban escritas en holandés, la única lengua que
hablaba, por lo que causaron problemas en la literatura científica, pues entre
los siglos XVII y XIX casi todas las publicaciones se escribían en latín; sin
embargo, siempre fueron
recibidas con agrado
por los caballeros de la Real Sociedad, de la que lo hicieron miembro en 1680;
desde 1674 hasta el día de su muerte llevó a cabo numerosos descubrimientos,
entre los que destacan la primera descripción precisa de un glóbulo rojo y de
protozoos a los que llamó “animálculos”; describió tres tipos de bacterias e
hizo la primera descripción de un espermatozoide humano. Fue tan famoso que
reyes y reinas retrasaban sus viajes para pasar por Delft y poder mirar así a
través de las lentes de este celoso holandés.
Tomado de https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/historia/
Observa el siguiente vídeo y resuelve el taller que aparece a continuación
Ingresa
al siguiente Link y demuestra que
sabes de
las partes del microscopio:
Imagen de persona pensando tomada de:http://www.imagui.com/a/imagenes-de-personas-pensando-animadas-TgKbGa5dX
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Hola, mi nombre es Luis Eduardo Sánchez y tengo 12 años.Pienso que la invencion del microscopio fue de gran importancia para que la ciencia pudiera evolucionar, ya que antes de que se inventara, no se tenia idea de que existieran seres tan pequeños, ni mucho menos que estos pequeños seres eran los que componian los tejidos y organos de los animales, las plantas y demas organismos grandes. Gracias al microscopio, se han podido hacer grandes descubrimientos que han permitido crear grandes cambios en la medicina, la microbiologia, la ecología entre otras ciencias.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu participación y aporte
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